Aprovechando la incertidumbre: La clave de Michelle Maciel para crecer sin tener todo claro
¿Alguna vez te has sentido perdido en busca de tu identidad? Michelle Maciel nos comparte que, en un mundo donde las cosas no siempre están claras y los caminos parecen fluctuantes, la clave está en ser auténtico y seguir adelante sin miedo a no tener todo perfectamente definido. Gracias a su experiencia, aprendió que no se necesita tener las respuestas exactas para triunfar; lo más importante es confiar en uno mismo, en su talento y en su verdad para aprovechar las oportunidades que la incertidumbre puede ofrecer. Maciel nos invita a conocer su historia de una manera sincera y sin filtros, compartiendo las dificultades, las decisiones y las ideas que la han llevado a construir su propio camino, priorizando el equilibrio, la autenticidad y el amor por su música en medio de un entorno cada vez más competitivo.
FEATURE INTERVIEW:
Leí que desde muy pequeño soñaste con ser cantante y que te inspiraba gente como Alejandro Fernández y otros. ¿Cómo fue ese proceso de descubrimiento y qué significó para ti desde tus primeros pasos?
Al principio, era solo un sueño, como cuando uno es chiquito y dice que quiere ser bombero o astronauta. Pero la música siempre estuvo en mí, desde muy pequeña. Como a los 6 o 7 años, ya escuchaba música con conciencia de la letra. Siempre me imaginaba a Alejandro Fernández cantando esas letras, pensando en lo que había detrás de las canciones, en lo que decía y en el drama que transmitían. En mi cabeza, todo era como una película. Pensaba que lo que cantaban los artistas era lo que estaban viviendo, sus historias contadas a través de la música. Y, con el tiempo, me di cuenta que también quería contar mis historias, que la gente me conociéramos a través de mi voz y que al escucharla se imaginaran lo que estoy viviendo, ¿sabes?
¿Y hay alguna letra en particular, alguna canción que te inspire más en ese proceso, en esa forma de ver la música?
Pues recuerdo mucho “Me Dediqué A Perderte”. Esa fue la primera canción que escuché con ese ojo de ver detrás de las letras, no solo para decir “me gusta”, sino para pensar en quién se la escribió, a quién iba dirigida y qué estaban sintiendo. Todo ese drama, ese mundo de novelas que me encanta, me nutrió mucho. Las novelas mexicanas también aportaron mucho a mi forma de ponerle drama a mis letras. Creo que todo eso ayudó mucho a que mi música tenga ese toque emocional.
Y hay otra canción que también es muy importante para ti, ¿no? La de “Así Fue” de Juan Gabriel. ¿Qué significa esa canción y cómo conectas con las personas a través de ella? ¿Cómo la dedicas?
Soy súper fan de Juan Gabriel, creo que no ha nacido otro artista completo como él: escribe, interpreta, canta… Todo. Esa canción la conozco de toda la vida, pero se me ocurrió cantarla siempre en los cumpleaños de mi abuela, en lo que llamamos su serenata. Ese día, quise escoger una canción que me retara vocalmente, que mi abuela escuchara y que fuera pantalla, o sea, que le gustara lo que le cantaba y que ella sintiera que le transmitía algo genuino. Antes de que llegara el mariachi, le pedí que subiera la canción dos tonos arriba para poder alzarla más y que no estuviera tan baja, fue una improvisación total.
Los mariachis, mi novia grabaron ese momento: la cara de mi abuela, la emoción… fue muy especial. Yo solo cerraba los ojos y pensaba en meterle todo el corazón, en que ella sintiera lo que le estaba cantando, que le llegara. Quería que fuera algo único y que ella se lo llevara en su corazón, y cuando la gente vio esas imágenes en redes, les encantó. Además, fue bonito que tantos compartieran ese sentir, que esa canción, que habla de desamor en pareja, tuviera un significado mucho más profundo, ligado a la familia, a los abuelos, a las personas que ya no están. Eso hizo que la canción tuviera una dimensión más emocional para todos.
Sin duda, una historia muy emotiva. Y cambiando un poquito, si te fueras a quedar sorda ahorita, ¿cuál sería la última canción que escucharías antes de que desaparezca el ruido?
¡Uy! Definitivamente, “No me platiques más” de Luis Miguel. Esa es mi banda sonora, esa y con saxofón en el inicio, ¡uff! No hay canción que se compare con eso, de verdad.
Me encanta esa elección, no me esperaba esa, pero te apoyo. Está bien bonita esa canción. Ahora, hablando de desafiar la industria, tú también estás rompiendo estereotipos en un género que suele ser muy machista, ¿no? Más en un género que puede ser muy machista y que, pues, creo que tú entiendes un poquito cómo se mueve.
Sí, totalmente. Está muy difícil, pues, por los hombres y el machismo, y por la letra… O sea, por todo, ¿me entiendes? Es justo.
¿Y cómo ha sido tu experiencia al abrirte camino como artista que desafía esas etiquetas?
Para mí esto tiene mucho que ver y la conciencia del género la agarré hace menos de un año. Realmente, cuando empecé en esto, no sé, es como si lo que me estás preguntando me gusta mucho, pero antes yo veía todo como normal, como si fuera algo natural. Hasta que la gente empezó a decirme: “Oye, ¿estás en un género machista, tal y tal?” Y entonces volteé a verme y dije: “Cierto, esto es súper machista”. Los hombres en el regional pueden decir: “Tienes unas nalgotas y te quieres acá y te voy a hacer tal”, pero ¿una mujer que cante y diga “Qué rico hombre con nalgotas”, o sea, jamás había visto algo así. O sea, si alguna mujer lo hace, existe, pero sería genial que hubiera más. En mi caso, con las etiquetas que me pongo y los pronombres, creo que en México no se había visto algo así. Me considero pionera en eso, me gusta.
Sí, ha tenido sus retos, pero me gusta porque no los veo como obstáculos, sino como algo que simplemente estoy viviendo. Solo existo, y con eso ya estoy haciendo un movimiento. Eso es lo bonito: en ningún momento me he sentido limitada, ni excluida, aunque a veces no me dé cuenta porque, claro, el género es muy machista. Pero yo solo hago lo que tengo que hacer, abro paso sin pretenderlo, como si no tuviera que abrirlo. La bandera de ser pionera la llevo con orgullo, pero no soy de esas que van gritando o que se cuelgan de la bandera en todos lados. Solo existo y paso lo que tenga que pasar. Me gusta aportar en lo que puedo, pero tampoco quiero que mi vida o personalidad quede definida solo por eso.
Soy mucho más que mi orientación o que pertenecer a la comunidad. Soy de muchas otras cosas también. Por eso, trato de no hacer tanto alarde de la bandera, no porque no esté orgullosa, sino porque quiero que en el futuro, ser de la comunidad sea tan normal como ser heterosexual. La manera en la que lo estoy haciendo, no mostrando demasiado la bandera ni participando en desfiles constantemente, es también una forma de normalizarlo. Sé que hay un nicho muy grande, pero no quiero colgarme solo de eso. La idea es que mi forma de actuar ayude a que sea algo tan común y aceptado como cualquier otra orientación o identidad.
¡Me encanta esa visión! Es no basar relaciones en etiquetas, simplemente tener una pareja.
¡Exacto! Es que es muy difícil también atravesar esos procesos, ¿no? A mí nunca le tuve que explicar a mi hermana ni preocuparme por llorar en las noches porque a mí me gustaba un niño. Pero yo sí tuve que pasar por eso, tuve que llorar, explicarle a la gente lo que sentía. Y siento que eso no está bien. No es justo ir por el mundo sentándote y decir: “Perdón, me gustó el pastel de chocolate”. Es un gusto personal, no le perjudica a nadie, y ni siquiera debería ser motivo de tanta atención.
Lo que a ti te gusta, no le afecta en nada a otros. Además, ese amor y esos gustos no son cosas malas ni prohibidas. Lo que busco con mi movimiento es normalizar el ser como uno es, que sea algo bien visto y aceptado. Que en 10, 15, 20 años, haya nuevos artistas que puedan responder sin que su orientación sea el tema central de las entrevistas. Antes, en las industrias, solo nos preguntaban sobre eso. Yo he tenido entrevistas importantes donde solo se enfocan en mi orientación, y eso me encanta. Porque está empezando el cambio, y ese cambio tiene que ser así.
Pero también me gusta hablar un poco sobre tu estilo. ¿Cómo te caracterizas? No solo en tu estilo musical, sino también, ¿cómo forma y cuál vistes?
Antes, yo decía que me vestía más barrio, pero luego llegó mi novia a mi vida y ahorita ando con un look más sofisticado. Últimamente, siento que me estoy vistiendo más clásico, más formal. Me gusta la ropa lista, unos zapatitos de vestir, un estilo más sencillo, más limpio. Quiero que mi estilo sea más atemporal y menos de moda, ¿me entiendes? Colores lisos, paletas básicas: blanco, negro, beige. No soy de andar llenándome de colores, quiero un estilo más elegante, más sobrio. Pero, por otro lado, a veces también se me antoja ponerme una camisa hawaiana y hacer el estilo cholo, ¿sabes? Es que siempre estoy peleando entre esos dos lados: con el barrio y con el que quiere ser más fino, más elegante.
¡Qué interesante! ¿Y cómo fue que se conocieron tú y ella?
Nos conocimos en un antro. Yo en ese entonces la “topaba”, era mi crush, pero justo en ese momento ella y su gente estaban en su onda más fina, más bien, de un círculo distinto. Tú sabes, viene uno más de calle, y la historia ya se sabe, ¿no?
Qué risa.
Sí, y luego ella me tiró el rollo a mí, lo resto es historia.
Hablando de otros temas, estás muy atento a tus redes sociales, compartes momentos íntimos y emocionales, incluso en TikTok. ¿Qué piensas sobre el poder que tiene la tecnología para crear conexiones genuinas con tu audiencia?
Me encanta, de verdad. Creo que es una herramienta de doble filo, pero me gusta mucho. La neta, uno que se dedica a las redes sociales y a la música, tiene que ser consciente de que a veces te llegan momentos bonitos, pero también pueden llegar los no tan buenos. La gente a veces se pasa y te funa por un error, por algo mínimo. Y sí, me gusta, pero hay que manejarlo con mucho cuidado. Antes, las redes eran más prudentes, más responsables. Ahora, hay más “hate” que amor, y eso se nota.
Últimamente, he estado viendo cómo la gente reacciona a lo que comparto y, la neta, me resulta raro. Porque lo que subo recibe tanto comentario positivo que hasta digo: “¿Qué está pasando? ¿Se cortó la matrix o qué?” Normalmente, todo era negativo, y ahora, siento que hay más buena onda. Y trato de aceptar las cosas, de terapia, pero no me puedo acostumbrar. Las redes sociales son cabronas, al grado de que mañana tienes que estar preparado para los golpes. Es importante no creértelo mucho y no dejarte llevar por la película. Siempre hay que dar lo mejor de uno y no predisponerse a lo que pueda venir, simplemente aceptar y seguir adelante.
Como comentabas, este rollo de ser artista no tiene un balance igual en redes sociales, en tu vida privada, y eso. ¿Cómo tú balanceas tus relaciones?
Para ser honesto, casi no mantengo muchas amistades, me he alejado mucho de todo eso. También porque vivo lejos de donde están mis amigos y aquí en donde vivo, solo trabajo. La vida me llevó a estar alejado de amistades, pero creo que con la familia me sobra y puedo decir que con mi novia, que es mi mejor amiga, con mi mamá y mis hermanos, me doy por bien servido. Soy una persona muy familiar, mi mayor motivación para trabajar, para inspirarme, es mi familia. Vivo feliz, a gusto, promoviendo lo que hago y disfrutando de tener a mis seres queridos cerca. La convivencia con mi familia y con mi novia hace que tenga un balance en mi vida artística, porque no es como que me deschongue en fiesta o en peda cada fin de semana. Claro, a veces me pongo pedo, pero soy consciente de las prioridades: familia, trabajo y mi relación. Esos son los tres pilares que sostienen mi día a día.
Está chido, ¿no? Un día ideal, ¿cómo sería para ti?
Un día ideal… Para mí, empezar levantándome, desayunando bien. La comida la priorizo mucho, tratar de comer sano, dormir bien. Esas son cosas básicas que a veces en esta industria uno no puede hacer, porque muchas veces lo que manda es el compromiso: las canciones, las grabaciones, las promociones. Muchas veces no tienes tiempo para dormir o para comer a gusto. Te dicen: “Ya, no estés triste, sonríe y trabaja”, y tú te esfuerzas, aunque en realidad estás hecho trizas, sin dormir, sin comer, con muchas ganas de que termine el día. Muchas veces hay ese lado inhumano en la música, donde no es solo la pasión, sino también estar al borde del agotamiento. Y cuando viene la mala cara, pues, uno dice: “Pues, sí, tengo tres horas de sueño y no tengo nada en el estómago”. Es irónico, pero es así. La verdad, muchas veces solo puedo dar la mejor cara que tengo en ese momento, aunque por dentro estoy destrozado.
Y cuando hablas con tu equipo, tienes que decirles: “Por favor, dame cinco horas de sueño”, porque ya no pido más, solo eso. Tampoco pido mucho a veces: solo que me permitan comer decente, dormir unas horas. Y, güey, es muy triste, pero es la realidad de la industria. Este medio muchas veces te ve como una máquina, que solo tienes que dar resultados, y se olvida que también eres humano. Cuando no duermes, no comes bien, pero te exigen que estés sonriente y que puedas dar todo. Es como un lado oscuro, pero también hay cosas muy bonitas. Solo hay que aprender a equilibrarlo, aunque no siempre sea fácil.
Y mira, tú que ya has estado mucho tiempo en esta industria, ¿qué mensaje te gustaría dejar a la gente que quiere empezar este camino?
Si hubiera sabido esto hace tres años, muchas cosas hubieran sido diferentes, pero creo que los tratos y las decisiones que tomé en su momento fueron necesarios para convertirme en la persona que soy hoy. He aprendido muchísimo de la industria, he trabajado con gente maravillosa, aunque también he pasado por altas y bajas. Pero mi consejo para quien quiera empezar ahora es que ya no es necesario firmar un contrato 360 con una disquera o management. Ahora, las cosas han cambiado: las disqueras y los grandes corporativos necesitan de nosotros, no al revés. Hoy en día, no hace falta ni un peso para que un artista tenga un hit o gane plata.
Por eso, hay que ser muy cuidadoso con lo que firman y no vender su alma, porque ya no vale la pena. Si tú vas a hacer todo el trabajo, no tiene sentido entregarle todo al sello o a la disquera. Yo no hubiera seguido en esto si no hubiera visto que la industria cambió, que las reglas son diferentes y que, en realidad, uno puede hacer música sin depender de un contrato con una disquera grande. Al final, la música es muy bonita, pero si solo haces negocio con ella, eventualmente, te va a terminar comiendo o consumiendo. La clave es aprender del negocio, asegurarte de que la música sea tu arte, pero con conocimientos que te permitan vivir de lo que amas. Muchas veces, uno trabaja y trabaja, y en realidad, quienes viven bien de eso son otros; no el artista. Mi consejo sería: hagan las cosas con el corazón, pero sean conscientes del poder que tienen hoy en día como artistas independientes. La revolución ya empezó, y para mí, las reglas cambiaron a favor del artista, no en su contra.
Siento que muchos aún piensan en esa vieja idea de que necesitas estar en un contrato millonario.
Pues, la verdad, sí. Hay gente que todavía busca esos contratos de 360, pero eso ya es cuestión de analizar bien cada proyecto y ver qué te están ofreciendo y qué ofreces tú. Puede que en algunos casos sí convenga, depende de dónde estés parado y qué quieres lograr. Lo importante es que contraten abogados, que hagan música de corazón, y que estén pendientes de todo, incluidos los temas legales. ¡Eso es lo que vale! Al final, todo se reduce a eso: hacer música auténtica y cuidarse.
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Editor-in-Chief: Prince Chenoa
Feature Editor: Taylor Winter (@taylorwinter)
Writer: Frida Garcia D’Adda (@fridadda_)
Photographer: Bird (@thebirdmovement)
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